13 may 2012

Retomando viejos vicios

En fin... Siempre me he declarado públicamente una persona cargada de malas costumbres, de hábitos truculentos, de gustos fraudulentos y de tarros con linimentos. Por eso, espero que nadie extrañe que me salte a la torera mi promesa, hace ya tanto tiempo formulada, y publique una nueva entradilla en éste, mi primer y, hasta la fecha (y afortunadamente, todo sea dicho), único blog. Por una vez, y sin que sirva de precedente, no será una chorrada la que ocupe MI espacio y VUESTRO tiempo. Aunque, bueno... Bien mirado... Sí, es una chorrada. Aunque, esta ocasión, la he dotado de un porcentaje de estilo de lo más suculento. Se trata, ni más ni menos, de una reflexión que extraje, hace ya unas cuantas semanas, de la película "Los Idus de Marzo", y que, por su absoluta falta de respeto y su elevadísima dosis de realidad, creo que debería estar en la mente de todos: PRIMERA, ÚLTIMA Y ÚNICA REGLA DE ORO DE LA POLÍTICA: puedes mentir, manipular, traicionar, sobornar, chantajear y coaccionar. Puedes prometer medidas a favor del bienestar social que jamás acometerás, despedir a varios miles de trabajadores y conseguir que los muy desgraciados crean que te deben un favor, recortar salarios y derechos laborales y lograr que tus índices de popularidad entre las bases se salgan de las escalas… También puedes amenazar a los pardillos de la oposición (ilusos idealistas…), trabar negocios poco éticos con empresarios o representantes del crimen organizado (si es que a día de hoy pueden diferenciarse ambas figuras), esgrimir un discurso pacifista mientras tus tropas arrasan un país tercermundista y se pasan por la piedra a combatientes y civiles “enemigos”. Incluso es comprensible y encomiable que te tires a una o dos periodistas en nómina de algún medio de comunicación influyente para que en sus artículos insistan en lo chachi que eres y en lo guay del Paraguay que sería tenerte al frente del país/provincia/ayuntamiento durante …. años más. Todo eso tiene cabida en tu “cursus honorum”, será disculpado y silenciado y, si no, incluso puede aportarte unos cuantos puntos más de prestigio a ojos del populacho. Ahora bien… Nunca, JAMÁS, bajo ningún concepto, te folles a las becarias. Es el único principio que debe regir tu progresión política. Cúmplelo, y llegarás lejos. Y, por supuesto, este discurso tan maravilloso puede ser aplicado a cualquier sexo, raza, credo y condición sexual. Soy un tío de lo más avanzado, digan lo que digan esos cucufates de la universidad.

16 jun 2010

Y, por fin... La libertad (condicional, eso sí)


Buenas tardes, mis amantísimos lectores (que, aunque lo dudo profundamente, espero que sean muchos).

Tras un curso lleno de vicisitudes, en el que hemos compartido cientos de aventuras y desventuras, de momentos malos y aún peores, y en el que hemos vivido toda una serie de catastróficas desdichas (espero que la SGAE no me de una buena panadera por plagiar el título de una película infame), ha llegado el momento de deciros adiós. Deberes más importantes, trascendentales para el futuro de nuestro planeta (como puede ser disfrutar de este verano "hasta el infinito y más allá"), reclaman mi atención de manera inmediata, y, para gran dolor de mi corazón (del que dispongo, aunque bastantes malandrines de la secta del cacahuete crean lo contrario), debo marcharme para, con un poco de buena suerte, no volver jamás. Pero, suceda lo que suceda en el desconocido futuro, no quiero que olvidéis los maravillosos ratos que pasamos juntos en este blog y la cantidad de experiencias que hemos intercambiado; yo jamás las olvidaré.

Hasta pronto, mis queridos, y buena proa...



McGregor.

19 nov 2009

Mi última voluntad


Buenos días, tardes, noches o lo que cuadre. Soy alumno de 4º de Periodismo en la Universidad de Valladolid, y este blog se ha creado única y exclusivamente para ganarme los garbanz... Es decir, el aprobado (sabor 10, a ser posible) en la asignatura de Tecnología de la Información.

Antes de sumergirme indefinidamente en esta prisión... Perdón, he querido decir "en esta actividad", debo declarar que yo era un chico muy bueno antes de perderme en este cacao universitario. Era joven, tenía dinero, un razonable atractivo físico y el mundo se extendía ante mis alpargatas. Ahora, por desgracia, esos tiempos han quedado atrás, y me veo engrilletado por esta maquinaria inhumana, inclemente y, por supuesto, docente que es la facultad. Así que a ver si soy capaz (bueno... "Somos", que en este tablao flamenco estamos bailando unos cuantos) de finiquitar esta etapa vital lo antes posible, y de salir escopetado y de cabeza en dirección al mundo laboral.

Gracias por vuestro tiempo, mis niños/as (no se me enfaden las feministas), y bienvenidos al infierno...