16 jun 2010

Y, por fin... La libertad (condicional, eso sí)


Buenas tardes, mis amantísimos lectores (que, aunque lo dudo profundamente, espero que sean muchos).

Tras un curso lleno de vicisitudes, en el que hemos compartido cientos de aventuras y desventuras, de momentos malos y aún peores, y en el que hemos vivido toda una serie de catastróficas desdichas (espero que la SGAE no me de una buena panadera por plagiar el título de una película infame), ha llegado el momento de deciros adiós. Deberes más importantes, trascendentales para el futuro de nuestro planeta (como puede ser disfrutar de este verano "hasta el infinito y más allá"), reclaman mi atención de manera inmediata, y, para gran dolor de mi corazón (del que dispongo, aunque bastantes malandrines de la secta del cacahuete crean lo contrario), debo marcharme para, con un poco de buena suerte, no volver jamás. Pero, suceda lo que suceda en el desconocido futuro, no quiero que olvidéis los maravillosos ratos que pasamos juntos en este blog y la cantidad de experiencias que hemos intercambiado; yo jamás las olvidaré.

Hasta pronto, mis queridos, y buena proa...



McGregor.